Guardarropas

Has desterrado tus excusas, ordenado tus cosas y aligerado tu carga. Tu guardarropas tiene un aspecto estupendo. Has celebrado tu logro y estás disfrutando de la gloria de tu espacio recién purificado. Y… ¿Ahora qué? 

La naturaleza aborrece el vacío, como se suele decir, así que puede que te sientas obligado a llenarlo hasta los topes de inmediato. Pero puedes limitar el desorden y seguir respirando tranquilo si adoptas unos cuantos hábitos saludables.

  1. Haz una foto: realmente durará más. Haz una foto de tu armario recién organizado y consúltala regularmente. Mantener un registro de tu armario en su mejor momento te inspirará a mantenerlo así.
  2. No pierdas de vista el objetivo. Organiza la ropa de forma que puedas verla toda: por estilo, color, finalidad… de la forma que más te convenga. En los cajones, considera la posibilidad de organizar las piezas como pequeños troncos para que nada se pase por alto en el fondo de la pila. 

Cuando lo tienes a la vista, es más probable que te pongas lo que tienes y menos que compres duplicados por accidente.

  1. No te dejes engañar por los artilugios mágicos. Puede ser necesario invertir en algunos (muy pocos) contenedores o separadores eficaces y adecuados al espacio para ayudarte a ordenar tu armario. Sin embargo, evita los sistemas caros y artificiosos que realmente no se adaptan a tu espacio ni a tus cosas.
  2. Reduce el estrés haciendo más con menos. Si mantienes la sencillez de tu guardarropa combinando las prendas más clásicas y versátiles con unas pocas piezas y accesorios de moda, podrás reducir el desorden y hacer que prepararte sea un juego de niños. 

Combina lo que tienes de diferentes maneras para crear nuevos conjuntos, y verás lo abundante que es tu guardarropas recién recortado. A continuación, adquiere sólo las prendas esenciales que te permitirán ampliar aún más tu fondo de armario. Elige la calidad en lugar de la cantidad; ponte lo que te gusta y llévalo hasta que se agote.

  1. Compruébelo usted mismo en el momento de la compra. Con un presupuesto grande o pequeño, éste es, con diferencia, el reto más difícil para muchos. Analiza bien tus hábitos de compra y controla las compras impulsivas. Provocan desorden, derrochan dinero y pueden hacer que te sientas mal contigo mismo. 

La frugalidad en el momento no equivale a la autonegación a largo plazo. Simplemente te permite priorizar los gastos para lo que es realmente más importante para ti. ¿Quieres viajar, ir a una clase, comprar un regalo importante para otra persona o quizás ahorrar para una emergencia o para invertir? 

Fíjese en lo que gasta en ropa y quizá se sorprenda de lo que podría haber conseguido con ese dinero. Pero si no puedes resistirte a comprar, devuelve la prenda en cuanto veas la luz. La ropa sin usar no es más que dinero desperdiciado colgado en tu armario.

  1. Sé fiel a ti mismo. Asegúrate de que tu vestuario se ajusta a tu estilo de vida actual y es un auténtico reflejo de quién eres. Tener demasiada ropa puede sugerir que no has encontrado realmente tu estilo personal, así que de vez en cuando echa un vistazo a todo tu guardarropas. Coloca sólo las prendas que te gustan. 

¿Existe un tema, un corte, un color, un estilo, una comodidad, una sensación de tejido o un ajuste comunes? Tenlo en cuenta cuando vayas de compras y reducirás al mínimo los errores de coste y desorden. También conviene recordar que las prendas que se ajustan bien, sea cual sea la talla, son siempre más favorecedoras que las que no se ajustan bien.